LA CARTA DE LOPE DE AGUIRRE A FELIPE II

 

Lope de Aguirre (1511/16-1561)

 

«Era vicioso , lujurioso, glotón; tomábase muchas veces de vino. Era mal cristiano, y aún hereje luterano, o peor; pues hacía y decía las cosas que hemos dicho atrás, que era matar clérigos,  frailes, mujeres y hombres inocentes sin culpa  y sin dejarlos confesar, aunque ellos lo pidiesen. Nunca supo decir ni dijo bien de nadie, ni aún de sus amigos; era infamador de todos, no hay algún vicio que en su persona no se hallase.»
(Una descripción de Lope de Aguirre: la del cronista Francisco Vázquez en su Jornada de Omagua y Dorado)

 

 

De los primeros años de vida del violento y polémico Lope de Aguirre, (Oñate, Guipúzcoa, entre 1511-16 – Barquisimeto, Venezuela, 1561), no se sabe prácticamente nada, hasta que pasó a Perú hacia 1536 y participó en su conquista y colonización. Intervino en los enfrentamientos entre Pizarro y Almagro, del lado pizarrista. De estas batallas a Aguirre le quedó una cojera para el resto de su vida, producto de una herida en el pie.

Perseguido por la justicia por asesinar a un juez que, sin considerar su condición de hidalgo, le condenó a azotes públicos por contravenir las leyes protectoras de los indios (1551), se acogió en 1554 a una amnistía.

En 1560 se embarcó en la expedición capitaneada por Pedro de Ursúa con numerosa hueste, por, entre otros, los ríos Marañón (del que tomaron el nombre de marañones) y Amazonas en busca de las legendarias riquezas de El Dorado.  En el transcurso de la expedición Aguirre tuvo un protagonismo principal en el asesinato de Ursúa, posteriormente de su sucesor Fernando de Guzmán y seguidores (22.05.1561, La Matanza) y muchos más expedicionarios, para hacerse y mantenerse en el mando. El mismo Aguirre lo relata en su carta al rey de España (ver abajo).

Tras alcanzar el océano Atlántico por el río Orinoco (aunque se baraja la posibilidad de que siguieran la ruta de Francisco Orellana, accediendo al océano tras descender por el Amazonas para después subir, costeando, hasta la actual Venezuela), Aguirre conquista y saquea la isla Margarita, procediendo a más asesinatos para evitar traiciones. Desde allí, y tras cometer toda clase de tropelías, llega a Valencia donde escribe y envía su famosa carta (agosto de 1561) al rey de España, Felipe II.

Posible ruta de la expedición de los Marañones.

 

Llegados a Barquisemeto, los marañones desertan ante la presencia de las tropas del gobernador y Lope de Aguirre es muerto por sus propios compañeros  (27.10.1561), no sin antes matar a su propia hija Elvira, que le había acompañado en todo el viaje, pues «mejor era que habiendo él de morir no quedase ella viva para ser puta de todos». Fue decapitado y su cuerpo descuartizado.

Gonzalo de Zúñiga, en su Crónica. describe así su muerte:

«Le tiraron a un tiempo tres arcabuzazos, de los cuales le acertó el uno en un muslo, de que cayó de rodillas diciendo con un ánimo terrible: “No me habéis hecho nada”. Luego acudieron otros dos de los suyos propios y segundaron con otros arcabuzazos, con los cuales le dieron en el cuerpo, diciendo el tirano: “esta vez sí”.

Aguirre, apodado Aguirre el Loco, Aguirre el Tirano, era hombre de moral peculiar y de acusados contrastes, con más oscuros que claros. Por sus actos aparece como cruel, insensible, celoso de su honra, vengativo…

Su religiosidad era equívoca, pues aunque se proclama católico y abomina de los luteranos, sus acciones no fueron, obviamente, muy cristianas. Sus palabras, tampoco. Así, el cronista Francisco Vázquez pone en sus labios: «Dios, si algún bien me has de hacer, ágora lo quiero, y la gloria guárdala para tus santos…«. «Decía (…) que solo creer en Dios bastaba para ir al cielo, y que no quería él los soldados muy cristianos ni rezadores, sino que, si fuese menester, jugasen con el demonio el alma a los dados.«

La figura de Aguirre ha dado lugar a numerosas obras. Las más conocidas son la novela La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1968), de Ramón J. Sender y la película Aguirre, la cólera de Di0s (1972), de Werner Herzog con la interpretación de Klaus Kinski.

 

K. Kinski en Aguirre, la cólera de Dios (W. Herzog)

 

 

LA CARTA DE LOPE DE AGUIRRE A FELIPE II

La famosa carta de Aguirre al rey de España se escribe, como se ha dicho, en la localidad venezolana de Valencia, en agosto de 1561. No se conoce la versión original, aunque existen numerosas copias incluidas en los procesos judiciales y en las crónicas sobre los marañones.

En la carta, que no tiene desperdicio, se puede calibrar la gran osadía de Aguirre en su interpelación al rey, mayor en aquellos momentos en los que la crítica al poder del monarca podía ser constitutiva de herejía, dado que la fuente de dicho poder se consideraba de emanación divina.

Comunica al monarca su desnaturación (desnaturalización o rotura unilateral del vínculo de vasallaje) con respecto a él y a España, y la elección de otro señor diferente, en este caso el príncipe Fernando de Guzmán, luego asesinado por Aguirre. Con referencia a este hecho, Simón Bolívar (1783-1830) llegó a decir que el guipuzcoano era el autor de «la primera declaración de independencia del Nuevo Mundo».

Furibundo anticlerical, Lope denuncia de la actuación del clero y, por otra parte, previene al rey de la venalidad de funcionarios y autoridades.

 

Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos, invencible: Lope de Aguirre, tu mínimo vasallo, cristiano viejo, de medianos padres hijodalgo, natural vascongado, en el reino de España, en la villa de Oñate vecino, en mi mocedad pasé el mar Océano a las partes del Pirú, por valer más con la lanza en la mano, y por cumplir con la deuda que debe todo hombre de bien; y así, en veinte y cuatro años, te he hecho muchos servicios en el Pirú, en conquistas de indios, y en poblar pueblos en tu servicio, especialmente en batallas y reencuentros que ha habido en tu nombre, siempre conforme a mis fuerzas y posibilidad, sin importunar a tus oficiales por paga, como parescerá por tus reales libros.

Bien creo, excelentísimo Rey y Señor, aunque para mí y mis compañeros no has sido tal, sino cruel e ingrato a tan buenos servicios como has recibido de nosotros aunque también bien creo que te deben de engañar los que te escriben desta tierra, como están lejos. Avísote, Rey español, adonde cumple haya toda justicia y rectitud, para tan buenos vasallos como en estas tierras tienes, aunque yo, por no poder sufrir más la crueldades que usan estos tus oidores, Visorey y gobernadores, he salido de hecho con mis compañeros, cuyos nombres después te diré, de tu obediencia, y desnaturándonos de nuestras tierras, que es España, y hacerte en estas partes la más cruda guerra que nuestras fuerzas pudieren sustentar y sufrir; y esto, cree, Rey y Señor, nos ha hecho hacer el no poder sufrir los grandes pechos, premios y castigos injustos que nos dan estos tus ministros que, por remediar a sus hijos y criados, nos han usurpado y robado nuestra fama , vida y honra, que es lástima, ¡oh Rey! y el mal tratamiento que se nos ha hecho. Y ansí, yo, manco de mi pierna derecha, de dos arcabuzazos que me dieron en el valle de Chuquinga, con el mariscál Alonso de Alvarado, siguiendo tu voz y apellidándola contra Francisco Hernandez Girón, rebelde a tu servicio, como yo y mis compañeros al presente somos y seremos hasta la muerte, porque ya de hecho hemos alcanzado en este reino cuán cruel eres, y quebrantador de fe y palabra; y así tenemos en esta tierra tus perdones por de menos crédito que los libros de Martín Lutero. Pues tu Virey, marqués de Cañete, malo, lujurioso, ambicioso tirano, ahorcó a Martín de Robles, hombre señalado en tu servicio, y al bravoso Thomás Vázquez, conquistador del Pirú, y al triste Alonso Díaz, que trabajó más en el descubrimiento deste reino que los exploradores de Moysen en el desierto; y a Piedrahita, que rompió muchas batallas en tu servicio, y aun en Lucara , ellos te dieron la victoria, porque si no se pasaran, hoy fuera Francisco Hernández rey del Pirú. Y no tengas en mucho al servicio que tus oidores te escriben haberte hecho, porque es muy gran fábula si llaman servicio haberte gastado ochocientos mil pesos de tu Real caja para sus vicios y maldades. Castígalos como a malos, que de cierto lo son.

Mira, mira, Rey español, que no seas cruel a tus vasallos, ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de Castilla, sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos, a costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes. Y mira, Rey y señor, que no puedes llevar con título de Rey justo ningún interés destas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado sean gratificados.

Por cierto lo tengo que van pocos reyes al infierno, porque sois pocos; que si muchos fuésedes; ninguno podría ir al cielo, porque creo allá seríades peores que Lucifer, según teneis sed y hambre y ambición de hartaros de sangre humana; mas no me maravillo ni hago caso de vosotros, pues os llamáis siempre menores de edad, y todo hombre inocente es loco; y vuestro gobierno es aire. Y, cierto, a Dios hago solemnemente voto, yo y mis docientos arcabuceros marañones, conquistadores, hijosdalgo, de no te dejar ministro tuyo y vida, porque yo sé hasta dónde álcanza tu clemencia; el día de hoy nos hallamos los más bien aventurados de los nascidos, por estar como estamos en estas partes de Indias, teniendo la fe y mandamientos de Dios enteros, y sin corrupción, como cristianos; manteniendo todo lo que manda la Santa Madre Iglesia de Roma; y pretendemos, aunque pecadores en la vida, rescibir martirio por los mandamientos de Dios.

A la salida que hicimos del río de las Amazonas, que se llama el Marañón, vi en una isla poblada de cristianos, que tiene por nombre la Margarita, unas relaciones que venían de España, de la gran cisma de luteranos que hay en ella, que nos pusieron temor y espanto, pues aquí en nuestra compañía, hubo un alemán, por su nombre Monteverde, y lo hice hacer pedazos. Los hados darán la paga a los cuerpos, pero donde nosotros estuviéremos, cree, excelente Príncipe, que cumple que todos vivan muy perfectamente en la fée de Cristo.

Especialmente es tan grande la disolución de los frailes en estas partes, que, cierto, conviene que venga. sobre ellos tu ira y castigo, porque ya no hay ninguno que presuma de menos que de Gobernador. Mira, mira, Rey, no les creas lo que te dijeren, pues las lágrimas que allá echan delante tu Real persona, es para venir acá a mandar. Si quieres saber la vida que por acá tienen, es entender en mercaderías, procurar y adquirir bienes temporales, vender los Sacramentos de la Iglesia por prescio; enemigos de pobres, incaritativos, ambiciosos, glotones y soberbios; de manera que, por mínimo que sea un fraile pretende mandar y gobernar todas estas tierras. Por remedio, Rey y Señor, porque destas cosas y malos exemplos, no está imprimida ni fijada la fe en los naturales; y, más te digo, que si esta disolución destos frailes no se quita de aquí no faltarán escándalos.

Aunque yo y mis compañeros, por la gran razón que tenemos, nos hayamos determinado de morir, desto y otras cosas pasadas, singular Rey, tu has sido causa, por no te doler del trabajo destos vasallos, y no mirar lo mucho que les debes; que si tú no miras por ellos, y te descuidas con estos tus oidores, nunca se acertará en el gobierno. Por cierto, no hay para qué presentar testigos, más de avisarte cómo estos, tus oidores, tienen cada un año cuatro mil pesos de salario y ocho mil de costa, y al cabo de tres años tienen cada uno sesenta mil pesos ahorrados, y heredamientos y posesiones; y con todo esto, si se contentasen con servirlos como a hombres, medio mal y trabajo sería el nuestro; mas, por nuestros pecados, quieren que do quiera que los topemos, nos hinquemos de rodillas y los adoremos como a Nabucodonosor; cosa, cierto, insufrible. Y yo, como hombre que estoy lastimado y manco de mis miembros en tu servicio, y mis compañeros viejos y cansados en lo mismo, nunca te he de dejar de avisar, que no fíes en estos letrador tu Real conciencia que no cumple a tu Real servicio descuidarte con estos, que se les va todo el tiempo en casar hijos e hijas, y no entienden en otra cosa, y su refrán entre ellos y muy común, es: «A tuerto y a derecho, nuestra casa hasta el techo».

Pues los frailes, a ningún indio pobre quieren absolver ni predicar; y están aposentados en los mejores repartimientos del Pirú, y la vida que tienen es áspera y peligrosa, porque cada uno dellos tiene por penitencia en sus cocinas una docena de mozas, y no muy viejas, y otros tantos muchachos que les vayan a pescar: pues a matar perdices y a traer fruta, todo el repartimiento tiene que hacer con ellos; que, en fe de cristianos, te juro, Rey y Señor, que si no pones remedio en las maldades desta tierra que te ha de venir azote del cielo; y esto dígolo por avisarte de la verdad, aunque yo y mis compañeros no queremos ni esperamos de ti misericordia.

¡Ay, ay!, qué lástima tan grande que, César y Emperador, tu padre conquistase con la fuerza de España la superbia Germania, y gastase tanta moneda, llevada destas Indias, descubiertas por nosotros, que no te duelas de nuestra vejez y cansancio, siquiera para matarnos la hambre un día! Sabes que vemos en estas partes, excelente Rey y Señor, que conquistaste a Alemania con armas, y Alemania ha conquistado a España con vicios, de que, cierto, nos hallamos acá más contentos con maíz y agua, sólo por estar apartados de tan mala ironía, que los que en ella han caído pueden estar con sus regalos. Anden las guerras por donde anduvieron, pues para los hombres se hicieron; mas en ningún tiempo, ni por adversidad que nos venga, no dejaremos de ser sujetos y obedientes a los preceptos de la Santa Madre Iglesia Romana.

No podemos creer, excelente Rey y Señor, que tú seas cruel para tan buenos vasallos como en estas partes tienes; sino que estos tus malos oidores y ministros lo deben de hacer sin tu consentimiento. Dígolo, excelente Rey y Señor, porque en la Ciudad de los Reyes, dos leguas della junto a la mar se descubrió una laguna donde se cría algún pescado, que Dios lo permitió que fuese así; y estos tus malos oidores y oficiales de tu Real patrimonio, por aprovecharse del pescado, como lo hacen, para sus regalos y vicios, la arriendan en tu nombre, dándonos a entender, como si fuésemos inhábiles, que es por tu voluntad. Si ello es así, déjanos, Señor, pescar algún pescado siquiera, pues que trabajamos en descubrirlo; porque el Rey de Castilla no tiene necesidad de cuatrocientos pesos, que es la cantidad por que se arrienda. Y pues, esclarecido Rey, no pedimos mercedes en Córdoba, ni en Valladolid, ni en toda España, que es tu patrimonio, duélete, Señor, de alimentar los pobres cansados en los frutos y réditos desta tierra, y mira, Rey y Señor, que hay Dios para todos, igual justicia, premio, paraíso e infierno.

En el año de cincuenta y nueve dio el Marqués de Cañete la jornada del río del Amazonas a Pedro de Orsúa, navarro, y por decir verdad,  francés; y tardó en hacer navíos hasta el año sesenta, en la provincia de los Motilones, que es el término del Pirú; y porque los indios andan rapados a navaja, se llaman Motilones: aunque estos navíos, por ser la tierra donde se hicieron lluviosa, al tiempo del echarlos al agua se nos quebraron los más dellos, y hicimos balsas, y dejamos los caballos y haciendas, y nos echamos en el río abajo, con harto riesgo de nuestras personas; y luego topamos los mas poderosísimos ríos del Pirú, de manera que nos vimos en Golfo-duce, caminamos de prima faz trecientas leguas, desde el embarcadero donde nos embarcamos la primera vez.

Fue este Gobernador tan perverso, ambicioso y miserable, que no lo pudimos sufrir; y así, por ser imposible relatar sus maldades, y por tenerme por parte en mi caso, como me ternás, excelente Rey y Señor, no diré cosa más de que le matamos; muerte, cierto, bien breve. Y luego a un mancebo, caballero de Sevilla, que se llamaba D. Fernando de Guzmán, lo alzamos por nuestro Rey y lo juramos por tal, como tu Real persona verá por las firmas de todos los que en ello nos hallamos, que quedan en la isla Margarita en estas Indias; y a mi me nombraron por su Maese de campo; y porque no consentí en sus insultos y maldades, me quisieron matar, y yo maté al nuevo Rey y al Capitán de su guardia, y Teniente general, y a cuatro capitanes, y a su mayordomo, y a un su capellán, clérigo de misa, y a una mujer, de la liga contra mí, y un Comendador de Rodas, y a un Almirante y dos alférez, y otros cinco o seis aliados suyos, y con intención de llevar la guerra adelante y morir en ella, por las muchas crueldades que tus ministros usan con nosotros; y nombré de nuevo capitanes y Sargento mayor, y me quisieron matar, y yo los ahorqué a todos. Y caminando nuestra derrota, pasando todas estas muertes y malas venturas en este río Marañón, tardamos hasta la boca dél y hasta la mar, más de diez meses y medio: caminamos cien jornadas justas: anduvimos mil y quinientas leguas. Es río grande y temeroso: tiene de boca ochenta leguas de agua dulce, y no como dicen: por muchos brazos tiene grandes bajos, y ochocientas leguas de desierto, sin género de poblado, como tu Majestad lo verá por una relación que hemos hecho, bien verdadera. En la derrota que corrimos, tiene seis mil islas. ¡Sabe Dios cómo nos escapamos deste lago tan temeroso! Avísote, Rey y Señor, no proveas ni consientas que se haga alguna armada para este río tan mal afortunado, porque en fe de cristiano te juro, Rey y Señor, que si vinieren cien mil hombres, ninguno escape, porque la reláción es falsa, y no hay en el río otra cosa, que desesperar, especialmente para los chapetones de España.

Los capitanes y oficiales que al presente llevo, y prometen de morir en esta demanda, como hombres lastimados, son: Juan Gerónimo de Espíndola, ginovés, capitán de infantería, los dos andaluces; capitán de a caballo Diego Tirado, andaluz, que tus oidores, Rey y Señor, le quitaron con grave agravio indios que había ganado con su lanza; capitán de mi guardia Roberto de Coca, y a su alférez Nuflo Hernández, valenciano; Juan López de Ayala, de Cuenca, nuestro pagador; alférez general Blas Gutiérrez, conquistador de veinte y siete años, alférez, natural de Sevilla; Custodio Hernández, alférez, portugués; Diego de Torres, alférez, navarro; sargento Pedro Rodríguez Viso, Diego de Figueroa, Cristóbal de Rivas, conquistador; Pedro de Rojas, andaluz; Juan de Salcedo, alférez de a caballo; Bartolomé Sánchez Paniagua, nuestro barrachel; Diego Sánchez Bilbao, nuestro pagador. Y otros muchos hijos-dalgo desta liga, ruegan a Dios, Nuestro Señor, te aumente siempre en bien y ensalce en prosperidad contra el turco y franceses, y todos los demás que en estas partes te quisieran hacer guerra; y en estas nos dé Dios gracia que podamos alcanzar con nuestras armas el precio que se nos debe, pues nos han negado lo que de derecho se nos debía.

Hijo de fieles vasallos en tierra vascongada, y rebelde hasta la muerte por tu ingratitud.

Lope de Aguirre, el Peregrino.

 

Autógrafo de Lope de Aguirre

 

 

9 comentarios en “LA CARTA DE LOPE DE AGUIRRE A FELIPE II

  1. ElLibertador

    Aguirre el príncipe de la libertad, en Venezuela, en Perú, en España y en todos los pueblos hispanos debería tener una estatua. Jamás nadie representó tan bien lo que significa ser un hombre hispano, con sus pros y sus contras, el príncipe de la libertad.

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  2. JR Blengio

    Lo único que falta es que conviertan a Aguirre en ub procer
    Es el colmo!
    No les bastó con endiosar a Bolivar, San Martín y a O’Higgins, nada que extrañar que canonicen a Lope de Aguirre también.
    Mundo loco, eh?

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    1. La interpretación de personajes y hechos históricos tiene su inevitable dosis de subjetividad, y, lo que es más grave, de conveniencia. Se les manipula, descontextualiza y pone al servicio de los más variados intereses. Nada nuevo bajo el sol.
      Gracias por opinar

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  3. Iñaki Aldanondo

    Los cronistas de la época (como Francisco Vázquez, Pedrarias de Almesto, Pedro de Monguía, Toribio de Ortiguera, Custodio Hernandez, etc.) escribían para complacer a los reyes de Castilla.
    Nada que ver con la realidad.
    El hidalgo Lope de Aguirre, con su carta a Felipe II, fue el precursor de la independencia y la libertad de los pueblos indígenas.
    Y el quid de la cuestión era que el hidalgo Lope nunca pagó el Quinto Real. Es decir, la fortuna robada a los indígenas, en oro y plata, que recibía la corte.
    Entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América, según el expresidente de Bolivia Sr. Evo Morales. (https://2014.kaosenlared.net/kaos-tv/63060-discurso-de-evo-morales-sobre-la-verdadera-deuda-externa)
    Mal negocio para Felipe II, si otros imitaban al hidalgo Lope.
    De ahí el afán por desprestigiarlo.

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    1. La figura de Lope de Aguirre es harto polémica y su carta (que tiene mucha tela que cortar y en la que él mismo retrata sus claroscuros) ha sido y es abundantemente utilizada con intereses variados.
      En general, y no me refiero solo a este caso, la interpretación objetiva (si es que tal cosa puede existir cuando, en ocasiones, están implicados o suscitados aspectos emocionales e/o ideológicos ) de hechos históricos tan pretéritos y polémicos no siempre es fácil, así como no lo es el desentenderse de la tentación de utilizarlos como herramientas demagógicas o erosivas. No creo que sea éste el caso de Evo Morales cuando habla del traslado, hace ya algunos siglos, de riquezas americanas a España, porque causas mucho más cercanas debe tener para explicar la deuda externa boliviana y la situación de los indígenas de su país. Rizando el rizo, y remedando el lenguaje irónico que utiliza el Sr. Morales en su discurso ante la audiencia europea, se podría explicar la deuda externa española derivándola del saqueo y expoliación que hicieron los romanos en la península Ibérica con la extracción intensiva de oro, plata y otros metales. Permítaseme la broma.
      Para un acercamiento a nuestro personaje menos sospechoso que el de los cronistas de la época, es recomendable el ensayo “Lope de Aguirre, ´traidor”, del gran historiador, también vasco, Julio Caro Baroja.
      Muchas implicaciones tiene el tema, y mucho se puede escribir. Pero esta entrada solo quiere ser una breve y modesta aportación divulgativa.
      Gracias por su contribución .

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