Antes de salir de su casa para el trabajo, Enrique no olvida ponerse la coraza y dejar en un cajón sus atributos masculinos. Son precauciones no nacidas solamente de la reflexión sino mayormente de los años de experiencia. Enrique es camarero, pero no cualquier camarero. Lo suyo es vocacional, es un profesional de la hostelería, de los que piensan que ser un buen camarero no está al alcance de cualquiera. El camarero debe tener tacto, nervios de acero, el freno de mano siempre a mano, la paciencia del santo Job. Un camarero debe saber tomar el pulso al cliente y hacerle un diagnóstico inicial, aguardar o tantear para ver por dónde sale y obrar en consecuencia. No es tanto, pues, una preparación técnica la que se requiere (que también), sino además un cierto talante y otras virtudes que a veces, como es el caso de Enrique, van incluidas en la forma de ser.
Una de las razones por las que a nuestro hombre le tira su profesión es porque es una suerte de atalaya desde la que otea cómo se revela la variada condición humana.
Alrededor de esas mesas que, con esmero, ya se ha ocupado de colocar y limpiar, se sientan almas de lo más dispar. Enrique trabaja diligente y eficazmente, pero además, como no es sordo, oye y como no es ciego, ve. Y no solo oye y ve, sino que, además, saca sus conclusiones de todo ello. Por lo que Enrique, además de buen camarero, es un hombre sabio.
Fíjense en el señor de aquella mesa, grueso pero macizo, de pelo ralo y barba cana, el que lee el periódico de la casa que todas las mañanas le pide. A este caballero, de maneras cortantes que habla poco pero sentando cátedra, no le vale cualquier tostada, tiene que ser de mollete de Antequera, y en su punto. Y si algún día no los ha traído el panadero se malhumora y medio jura para sí. ¿Es tan tiquismiquis para todo? ¿Se descontrola por cualquier contratiempo? ¿Es una persona rígida? ¿Comprensiva? Enrique no busca prender etiquetas, sabe que la mayoría de las veces son inexactas o insuficientes, no es brocha gorda lo que le interesa, sino matices, detalles. Seguir leyendo «CAMARERO EN SU ATALAYA» →