EN TIEMPO DE DESOLACIÓN NUNCA HACER MUDANZA

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Esta acertada recomendación está en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola (EE318). En ellos señala que existe desolación espiritual cuando existe escuridad del alma, turbación de ella (…), inquietud de varias agitaciones y tentaciones… La expresión y el léxico utilizados son, obviamente, los propios del  contexto. Pero, básicamente, se refiere a una situación de crisis personal, cuando estamos en horas bajas. Podemos, pues, «modernizar», en la forma, el consejo:

En tiempo de crisis, nunca tomes decisiones importantes. Seguir leyendo «EN TIEMPO DE DESOLACIÓN NUNCA HACER MUDANZA»

TODO ES RELATIVO

 

 

 

Hay gente que, por su mentalidad o educación, tienen mayor tendencia a ir por la vida mirando las cosas como por un catalejo, es decir, desde una sola perspectiva y con un campo de visión reducido. Se les puede aplicar, siguiendo fielmente el símil, la expresión de adolecer de estrechez de miras. En unas ocasiones su catalejo es una mentalidad más rígida y en otras es la creencia en las verdades inmutables de ciertos libros, doctrinas o autoridades y, por tanto, una mayor propensión al dogmatismo.

Esta postura hace más difícil el entendimiento, es árido razonar con quien es poco capaz de mirar desde una óptica diferente a la suya, con quien se considera en posesión de la verdad y es refractario a los cambios.  En este sentido, y volviendo al símil del comienzo, los psicólogos llaman visión de túnel a la dificultad de un individuo para creer en algo que no confirme sus creencias o prejuicios.  Seguir leyendo «TODO ES RELATIVO»

TE ESCUCHARÉ, SOBRE TODO CUANDO NO ESTEMOS DE ACUERDO

 

Escoitareite, sobre todo cando non esteamos de acordo.
(Con esta frase, que contiene la sabiduría y riqueza de las sentencias populares, me tropecé buscando otras cosas gallegas.)

El lenguaje humano es recipiente, es herramienta y también es medio de encuentro, de intercambio. En esta última faceta, se ha celebrado y admirado en mayor grado la función de hablante, que es la parte aparentemente más activa del acto de la comunicación oral, en detrimento del receptor. Y esto es así porque se estima que quien tiene el dominio de la palabra expresada, quien sabe utilizarla, dispone de un instrumento prodigioso y poderoso. Ya en la antigüedad el estudio de la oratoria formaba parte esencial de la educación, y, en todas las épocas, siempre ha sido bien ponderado el que es versado en la contienda dialéctica.

Sucede que, en muchas ocasiones, el intercambio oral, se presenta y, sobre todo, se percibe como confrontación o como polémica. En esta situación la ventaja radica en la habilidad de argumentar y contraargumentar. Verdaderamente pocas cosas hay tan estimulantes como una buena discusión, cuando el tema y la compañía la hacen posible y disfrutable. Sin embargo, con frecuencia, en medio de la “batalla”, cuando las posiciones están distanciadas o enfrentadas, cuando los egos tienden a inflarse y se alternan el atrincheramiento y la ofensiva, se advierte que los «contendientes» hablan mucho pero se escuchan poco. Cuando toca el turno de receptor, no siempre se está realmente receptivo.  Seguir leyendo «TE ESCUCHARÉ, SOBRE TODO CUANDO NO ESTEMOS DE ACUERDO»

LOS LIBROS TIENEN SU DESTINO

 

 

Libros esperando a un lector
Esperando a un lector

En ésta, como en otras muchas ocasiones, hay que recurrir, para empezar a explicarse, a los clásicos grecolatinos (por cierto, de paso: ¡ay del destino de la cultura grecolatina en nuestros centros educativos!). Concretamente, fue el gramático latino Tarentianus Maurus  el que en uno de sus poemas escribió 

Pro captu lectores, habent sua fata libelli.

O sea: Según la capacidad del lector, los libros tienen su destino. Aunque habitualmente se suele utilizar solo la segunda parte de la sentencia, únicamente añadiendo la primera la frase adquiere todo su sentido.  

Es decir, un libro necesita un cómplice, alguien que le desentrañe, que le entienda, alguien a quien comunicar lo que lleva dentro. Como en la canción de Amaral, el libro le podría decir a su lector: «sin ti no soy nada«.

Pero no todos, tras el «encuentro» con un libro, tienen una misma opinión de él. A unos les puede parecer pesado, a otros les ha emocionado, otros lo abandonan a la mitad, habrá a quien pueda parecerle insuperable… Es el mismo libro, las mismas frases… ¿qué pasa?. Seguir leyendo «LOS LIBROS TIENEN SU DESTINO»

DESEO POCO, Y LO POCO QUE DESEO LO DESEO POCO

Deseo poco

Esta «fórmula de la felicidad», algunos se la atribuyen a San Francisco de Asís, aunque otros se la adscriben a San Agustín o a San Ignacio.  

Los deseos humanos (es decir, apetencias, pulsiones, impulsos, inclinaciones, intereses, motivaciones…) son variopintos tanto en naturaleza como en intensidad. A lo que parece, son consustanciales con la naturaleza humana, y su control y encauzamiento («no ser esclavo de los deseos») siempre han sido recomendados. Las virtudes de la sobriedad, contención y fuerza de voluntad son muy loadas por todas las religiones, que nos previenen maternalmente de lo que el mercado del mundo nos ofrece.

El budismo es, en este sentido, el paradigma. De sus cuatro nobles verdades, la primera es que el sufrimiento es inherente a la vida, y la segunda que la causa del sufrimiento está en los deseos, independientemente de su naturaleza más o menos buena. El problema no está tanto en los objetos de deseo (que en sí mismo son neutros) como en el anhelo de su satisfacción, en que si no los satisfacemos nos encontramos mal. Como se sabe, la solución para los budistas está en la renuncia a los deseos y placeres, la aniquilación del yo, el nirvana. Seguir leyendo «DESEO POCO, Y LO POCO QUE DESEO LO DESEO POCO»