Cuando por ser impedimento para mi matrimonio apartaron de mi lado a la mujer con quien compartía mi lecho, el corazón, rasgado por donde más unido a ella estaba, quedó llagado y manando sangre. Ella volvió a África haciéndote voto, Señor, de no volver a conocer a otro hombre y dejando en mi compañía al hijo natural que yo había tenido con ella.
SAN AGUSTÍN. Confesiones, VI, 15
La vida es breve, demasiado breve. Tal vez sólo vivimos aquí y ahora. Si fuera así, espero que no hayas estado dando la espalda a esos días, que al fin y al cabo tienen luz, para adentrarte en un oscuro y siniestro laberinto del pensamiento del que yo no puedo rescatarte.
JOSTEIN GAARDER. Vita Brevis.
Vita brevis, un librito de solo unas 120 páginas, lleva por subtítulo Carta de Floria Emilia a Aurelio Agustino (más tarde San Agustín). A pesar de su brevedad, la obra aborda gran cantidad de temas que afectan a aspectos esenciales para el ser humano. Básicamente, se presenta como un alegato en favor del amor humano que Aurelio considera impuro e inferior al amor divino. Pero también quedan concernidos aspectos como el concepto de Dios, la hipotética vida eterna, la consideración de la mujer (desprecio, misoginia), la supuesta dualidad humana cuerpo-alma (sentidos corporales vs. espiritualidad del alma), tópicos clásicos como vita brevis, carpe diem, el papel de los teólogos, las diferencias paganismo-cristianismo…
Floria Emilia, antigua concubina de Aurelio, lee las Confesiones escritas por su antiguo amante, cuando ya era obispo de Hipona, y decide escribirle una carta. Lo hace muchos años después de ser abandonada por Aurelio. Ahora es una mujer culta, de formación helenística, enseña Retórica. En la carta comenta y puntualiza algunos episodios y afirmaciones de las Confesiones, cotejándolos con las vivencias que juntos pasaron.
Agustín, de natural ardiente y sensual, sufre la lucha sin tregua entre sus fuertes inclinaciones y necesidades corporales y sus creencias, fundamentalmente tras su conversión. Para él las sensaciones, el mundo material del hombre, es impuro, sucio.
«De este modo, mis dos voluntades, una vieja y otra nueva, una carnal y otra espiritual, luchaban entre sí, destrozando mi alma con su enfrentamiento» (Confesiones, VIII, 5)
«Del cieno de mi concupiscencia y del manantial de mi pubertad subían nieblas espesas que oscurecían mi corazón, privándole de distinguir entre la clara luz del amor casto y la oscuridad de la lujuria.» (Confesiones, II, 2).